Madrid, Cundinamarca | Febrero 6 de 2024
Hércules nunca llegó a imaginar que después de deambular por las frías calles de Madrid, Cundinamarca y pelearse con otros perros callejeros, iba a encontrar un hogar privilegiado con muchos amigos que lo considerarían miembro de la familia aeroespacial.
El canino que vivía en las calles de la ciudad recorriendo largas jornadas a lo largo y ancho de Madrid decidió un día aventurarse un poco más lejos en sus andanzas y fue cuando subió hasta la parte más alta del cerro Tibaitatá, merodeaba entre el rastrojo cuando de repente vio que varios hombre uniformados de camuflado gris y portando fusiles irrumpieron en el lugar, la curiosidad lo llevó a acercarse a ellos con la suerte que uno de los soldados afectuosamente lo acarició. Se trataba de un grupo de soldados de la Fuerza Aérea que patrullaba brindando seguridad al lugar, ni corto ni perezoso, el canino color canela decidió seguirlos e investigar por su cuenta cuál era la misión de los soldados comportándose muy amigable con ellos.
A veces entre ellos, otras adelantándose un poco, marchó entre las pesadas botas y los rudos pasos de los soldados, bajaron del cerro, cruzaron algunas calles hasta llegar a la base militar, tímido pero decidido ingresó junto con los soldados al interior de la base y en uno de los patios descasó junto a los uniformados.
Pasó el tiempo y los soldados le tomaron tal afecto al canino que decidieron cuidarlo le colocaron un nombre, se llamaría Hércules en homenaje a una de las aeronaves pertenecientes al comando.
Poco a poco Hércules se acostumbro a la rutina de la Base Aérea, al estruendoso ruido del despegue y aterrizaje de los aviones y helicópteros, al ir i venir de escuadras de hombres marchando y el sonar de las dianas, recorrió y conoció las amplias instalaciones incluidas las pistas de la Base Aérea, en el Comando de Mantenimiento Hércules lleva ya varios meses y de seguro allí se quedará por siempre, acompaña a los soldados en sus rutinas, sale con ellos a la ciudad a los operativos de seguridad, se encuentra y saluda a sus viejos amigos en las calles y les comparte que se siente orgulloso de ser un miembro más de la Fuerza Aérea, parece decirles que ahora todo es distinto y no quiere volver a vivir una “vida de perro callejero”.
El pasado sábado 3 de febrero fue cuando conocimos a Hércules durante el homenaje que la dirección de la Fuerza Aérea, Comando de Mantenimiento, les ofreció a los periodistas de la región Sabana de Occidente para conmemorar el día del periodista.
Hércules estuvo presente y muy pendiente del desarrollo del evento, rápidamente entro en confianza con nosotros los periodistas, incluso los soldados también lo mimetizaron para hacerlo partícipe de la jornada recreativa.
Un simulacro en el que los periodistas y soldados participamos en búsqueda de secuestrados enfrentándonos a al enemigo y finalmente rescatar a soldados heridos en un accidente de un helicóptero, Hércules estuvo allí dejándonos asombrados con su instinto de ayuda y supervivencia en medio de su inocencia tratando de ayudar y reanimar a uno de los soldados, supuestamente herido en el accidente, trató de moverlo y despertarlo al verlo inconsciente lleno de sangre (tinta roja). Una vez más pudimos comprobar que efectivamente el pero es el mejor amigo del hombre y que está dispuesto a dar su vida a cambio de su amo en cualquier momento. En medio de la celebración del día del periodista en El Comando Aéreo fue una de las mejores lecciones aprendidas que nos mostró Hércules.
La Jornada recreativa terminó y Hércules se retiró a descansar junto a los soldados. Ahora el inteligente y leal canino solo espera que un día no muy lejano se cumpla su gran sueño de montar en uno de los helicópteros o aviones militares para completar su gran odisea, será parte de otra de las historias que vivirá Hércules en la Fuerza Aeroespacial en Madrid, Cundinamarca.
